viernes, 31 de enero de 2014

Presente 3D

Hace unos años escribí en una revista on-line un artículo a propósito de Avatar en el que comparaba su uso de las innovaciones técnicas con Ciudadano Kane, y me atrevía a plantear pronósticos sobre el posible futuro del 3D. No se si sólo tres años después se puede hablar de ese futuro como si fuese presente, pero desde ese momento he seguido pensando en ello y han ocurrido circunstancias que me animan a arrancar este blog con nuevas reflexiones. La principal es que, aunque quizás todavía es pronto, está claro que el 3D no se ha instaurado con la rotundidad que se presumía. Se siguen haciendo películas y se han multiplicado los cines con capacidad para proyectar en 3D, pero el entusiasmo es mucho menor. En la mayor parte de las películas el 3D sigue implicando una finalidad en sí mismo, es decir, la innovación técnica sigue sin ser una respuesta a planteamientos formales y parece que poca gente tiene ganas de reflexionar sobre el tema. Sigue siendo otro cebo más para vender películas de acción mainstream, o de terror, o de aventuras.

Por otra parte, sí han aparecido películas, o más bien cineastas que, aunque no me han proporcionado la sensación de haber encontrado la clave para hacer peligrar la permanencia de las dos dimensiones (algo que sí está ocurriendo con el digital y el celuloide), dan la sensación de tener ganas de pensar qué le puede aportar el invento a la película más allá de sustos y espectacularidad. La primera vez que realmente tuve esta sensación fue al ver La Invención de Hugo (Martin Scorsese, 2011). Me cuesta trabajo decir exactamente que percibí exactamente que me produjo una impresión distinta a otras películas pero por momentos me olvidé desde que estaba viendo una película en tres dimensiones, incluso a pesar de las gafas. No faltan momentos de espectacularidad, entiendo que tentadores para un director con juguete nuevo, pero me gustó la sensación de que no te están recordando por fuerza la tecnología empleada. Cuando tu ves una película sonora y en color no estás siendo permanentemente consciente de que la película es en color y tiene sonido. Es algo que va implícito, que asumes, y que luego cada director puede darles a ambas cualidades un uso más o menos expresivo. La segunda película que me ha hecho recordar el artículo fue Gravity (Alfonso Cuarón, 2013). Por una parte, Gravity visualmente no deja de ser un artefacto. Por otra parte, creo que incluso puede haber dado un paso más en ese sentido. Aunque da la sensación de que las intenciones no son muy distintas al resto de películas, es decir, sumar espectacularidad a lo que vemos, Cuarón parece intentar llegar a la máxima expresión de ello. La primera secuencia, un solo plano de 25 minutos en que utiliza libremente los 360º en horizontal y en vertical no es solo una virguería técnica, si no una virguería formal, en el sentido en que intenta, y en parte consigue, hacerte partícipe de las condiciones particulares del espacio empezando por la falta de esa gravedad que da título a la película. En esa primera secuencia llegas a flotar. Una vez empezamos a percibir el montaje la sensación se diluye. La película no pierde la tensión e incluso aun nos encontramos algunos momentos brillantes en los que la mezcla de suspense Hitchockiano y espectacularidad formal alcanza momentos muy sobrecogedores. Pero ya no tienes esa sensación de estar asistiendo a algo realmente especial.


Parece que Werner Herzog y Wim Wenders han intentado cosas también en La cueva de los sueños olvidados (2010) y Pina (2011) respectivamente, y quizás no debería escribir sobre el tema faltándome obras de este calado que pueden resultar claves, pero me da la sensación de que por mucho que estas u otras películas que me falten por ver puedan aportar, faltan cosas para que el 3D desbanque a las dos dimensiones, como parece debería ser lo lógico. Como ya dije en el artículo anterior enlazado arriba, el 3D es una obsesión del cine desde la época de los Lumiere, como lo fue el sonido o el color. Si entendemos esta obsesión como el deseo de acercar la imagen lo máximo posible a la realidad vista por nuestros ojos, en cierto modo el cine, con respecto a la fotografía, es un avance parecido. El color y el sonido correspondían a este deseo y entraron en nuestras vidas con relativa facilidad. También es cierto que asumimos como normales utilizaciones de los mismos con un nivel de expresividad poco realistas. ¿Por qué no con el 3D? Algo parecido ocurre con el uso del montaje, que en sí destroza esa idea de realidad guiando tus ojos dónde el autor quiere. Pero ¿Qué le aporta el montaje al 3D? ¿Qué le aporta el 3D al montaje? Quizás uno de los problemas que le veo a esa posibilidad de asimilar las tres dimensiones, tal y como están concebidas ahora, y aparte de ese recordatorio constante del invento que son las gafas, son los tamaños de plano. Al principio, en Gravity, cuando no hay cortes, el 3D proporciona la que quizás es su mejor baza, la sensación de una película en 360º. Tu te vas moviendo con los protagonistas, y como a ellos, las cosas se te acercan desde delante o desde atrás, o se alejan. El espacio fílmico es tanto lo que está ante tus ojos como lo que podría estar si te dieses la vuelta. En ese sentido AlfonsoCuarón consigue algo parecido a guiar tu mirada sin usar el montaje. Él decide en que dirección estás mirando, y decide cuándo te das la vuelta. Cuando aparecen los cortes cuesta más trabajo asimilar está sensación. Si de repente te aparece un primer plano, lo que ves sólo se diferencia de las dos dimensiones es que existe un relieve, pero no aporta sensaciones. De hecho no deja de ser un tanto extraño ver una cabeza cortada y hacia fuera. Se ve el artificio y sales de la película.

Quizás al 3D todavía le falta su M, el vampiro de Dusseldorff (1931, Fritz Lang) y lo que supuso al uso del sonido, o su CiudadanoKane (1941, Orson Welles) respecto a sonido y perspectiva. O un Vicente Minnelli o un Kurosawa que le aporten un nivel expresivo superior al invento como hicieron ellos con respecto al uso del color. Sigo preguntándome si el cine en tres dimensiones puede salir del parque temático para integrarse como un elemento formal más en otro tipo de películas. Si podría aportar algo en un drama europeo de autor, o en una película social. Incluso si puede mejorar un gag en una comedia. Algo que potencie la expresividad de una película sin necesidad de fagocitarla. Ver qué podrían hacer un Abbas Kiarostami o un Apichatpong Weerasethakul con el 3D, que con Uncle Boonmee who can recall his past lifes (2010) sí me dio la sensación de ser consciente de los 360º que puede englobar la diégesis. Ver cómo se utiliza el invento como un recurso formal más que ayude a la película y no como un fin en si mismo.